Conocerte
fue algo que siempre había imaginado y como sabemos la imaginación no tiene
límites, no tiene espacios, sólo tiene puentes.
Desde pequeña había soñado contigo,
antes incluso de saber quién eras, ya formabas parte de mí, parte de mi futuro
y de las cosas que quería tener en mi vida. Conocerte ha sido, no una
experiencia, conocerte, cambió mi vida.
Cuando tenía alrededor de 5 años, sentí
una curiosidad dentro de mí, algo estaba creciendo conmigo, pero no sabía que
era, esa curiosidad no era más que un “7 8 9 10”… Sin embargo, aún no sabía que
era, aún no sabía que significaban esos números, ya que esos números sólo hoy,
26 años después, es que cobran sentido.
Este sentimiento, así como muchas cosas en
mi vida, cayeron en un largo período de hibernación y a la edad de 22 años
volvió, despertó y hoy me acompaña, me arropa, me atrapa y no me deja.
Amor es una palabra corta para el
significado que tiene, amor son cuatro letras, son cuatro puntos cardinales, y
es por ello que hoy aquí te dedico esta maravillosa carta, ya que como sabemos,
no basta con sentir, debemos expresarlo para que sea una realidad.
Con unos zapatos de goma, con unas pocas
compañeras de clase y una incomparable Profesora, mi camino en el Flamenco por
fin comenzaba. Esa incertidumbre, esa curiosidad, ese sentimiento por fin
cobraba vida. Ese primer día me enseñaste que amor no sólo se siente por
alguien, amor es algo tan puro y perfecto que lo podemos sentir también por
algo como tú.
A lo largo de estos ya casi 10 años,
puedo decirte que no ha sido fácil estar de tu lado, ya que como doctrina me
has llevado a límites que no imaginaba y sobretodo como arte has desarrollado
en mí, sentimientos encontrados. Sólo te
pondré un simple ejemplo, cuando te conocí, tenía tanto miedo de quien era, que no podía ni verme en el espejo en
las prácticas, ya que ese reflejo no era yo. Suena absurdo, pero es cierto. También
tenía miedo de expresarme como soy, porque no sabía sí era correcto o no. Era
tal mi pánico a conocerme que cuando por el nivel que tenía, debía de ir más
allá de la técnica, te abandoné por miedo, por miedo a que los demás pudieran
ver a través de lo que hacía en las tablas, quien en realidad era yo; alguien
sensible, vulnerable y muy débil. Así que huí, preferí quedarme sin ti, antes
que cambiar.
Dos años después, y como todos sabemos
que pasa en la vida, estando tranquilos, sin mucho que pensar y cuando menos lo
esperamos algo hizo click y sentí que ese vacío no era más que falta de mis
tablas, falta de ese compás que aún no sentía por completo, pero hacía que mi
corazón latiera más fuerte cada vez que lo escuchaba. Allí corroboré que las
mariposas en el estómago, los nervios, las manos sudorosas, la taquicardia, la
emoción, no sólo la sentimos al amar a alguien, también podemos sentirla cuando
realmente amamos lo que hacemos y en mi caso, aún no sea profesionalmente, sino
más bien con miedo y con pena, cuando hago Flamenco.
Amor no sólo es compartir momentos
bonitos, amor es crecer en momentos difíciles, amor es entenderse para poder
entender el otro, amor es sentir sin miedo, sin pena y sin reserva, amor es
encontrarse, amor es visualizarse fuera y no encontrarse.
Flamenco mío, puedo decirte que hoy por
hoy el 7 8 9 10 no es sólo un cierre de un compás, es algo que marca mi hoy y
espero que mi mañana, ahora es parte de mí.
Te agradezco por enseñarme a crecer a tu
lado, por hacerme entender que debemos mirarnos y reconocernos en lo que vemos,
por llevarme a extremos internos tales que luego de colapsar salí airosa y
nueva, por estar en mi vida para darme compases que me hacían olvidar un
corazón roto, pero sobretodo por desarrollar en mi esa confianza, ese interés
desinteresado y esas ganas de amar la vida.