Teresa Moreno, mi madre, este 26 de
Noviembre, nos cumplió 74 primaveras… Al pensar en qué escribir, brotan
palabras, pensamientos, sentimientos e ideas infinitas sobre qué decir, sin
embargo, quise en esta publicación, intentar explicarles mi manera de cómo la
veo y la siento.
Esa fortaleza de mujer,
ese ser tan emprendedor e incomparable, ha batallado, ha reído, ha llorado, ha
vivido y desvivido, ha sido refugio, ha crecido y se ha ido deteriorando,
inevitablemente, por los años. Así que, qué mejor manera, para mí, de compararla
que con El Coliseo…
Cuando pienso en El Coliseo mi mente vuela
desde su construcción hasta lo que podemos ver hoy en día, una estructura que a
pesar de los años aún sigue en pie y sigue siendo tan majestuosa como siempre. Ver
sus fotos es realmente algo sin palabras (no imagino como será estar allá),
sólo puedes pensar en que a pesar de los años aún sigue en pie, inquebrantable
en esencia.
Su construcción no fue algo inmediata y
rápida, ya que requería de muchas personas, materiales y tiempo para culminar
tan inmenso proyecto, sumando que era una época muy diferente a la actual. El
resultado, una estructura extraordinaria, la cual hoy por hoy es, entre otras
cosas, Patrimonio de la Humanidad y una de las Nuevas 7 Maravillas del Mundo
Moderno.
Durante todo este tiempo, desde su
construcción al día de hoy, el Coliseo ha vivido Luchas de Gladiadores,
Espectáculos Públicos, ha respirado sudor, lágrimas, risas, alegrías y
tristezas. Fue utilizado como refugio, fábrica, sede de una orden religiosa,
fortaleza y cantera. De sus ruinas se extrajo abundante material para la construcción
de otros edificios. Aunque la estructura está seriamente dañada debido a
terremotos y los picapedreros, el Coliseo, siempre ha sido un icono de Roma. Es
una atracción turística muy popular y hoy por hoy, el Papado encabeza el viacrucis
hasta el anfiteatro cada Viernes Santo.
Es por ello que hoy, mi madre, Teresa
Moreno, no sólo es un ícono, hoy es una maravilla del mundo, de mi mundo.
Visitarla es sentir que a pesar de los años, guarda consigo calidez. Verla, es admirar
en sus ojos que todo lo vivido la ha hecho más dulce y tierna, porque para ella
el amor siempre ha sido no sólo la entrada, sino el plato fuerte, el postre, el pasapalo, el digestivo y hasta el juguito que acompaña todo.
Dios te bendiga Madre Mía, eres un
ejemplo difícil de igualar, pero tan bello y noble de seguir… GRACIAS por darme
la vida y enseñarme que ella, la vida, es una y que, hacer bien no es tan malo
como nos hacen ver.