Muchas veces nos encontramos caminando en senderos
que sentimos que no nos llevan a ningún lugar. Tal vez, la sensación sea que
vamos en un camino con paredes muy altas y no podemos ver lo que hay más allá.
O puede ser que en el más bello paisaje hayamos perdido el sentido y no sepamos
a donde es que realmente queremos ir.
Por muchos años estuve dentro de esta sensación,
sin darme cuenta que ese laberinto sin salida, era YO.
Cuando estamos en un trabajo que no nos gusta y al
cual le buscamos cualquier excusa para seguir en él. Cuando dejamos que una
pareja sobrepase nuestro espacio. Cuando vivimos en una rutina que nos aburre,
pero no sabemos qué puede pasar si la abandonamos. Cuando todo eso pasa, la
solución no está fuera de nosotros. La solución somos nosotros mismos.
Son momentos fuertes, tal vez hasta podemos caer en
depresión o flagelo físico. Las enfermedades nos arropan, la tristeza está en
todo y el fatalismo se hace nuestro mejor aliado.
Hace muy poco, un 15 y un 30 me estaban destruyendo, no de manera lenta y
peor aún, en todo sentido (familiar, social, físico, emocional y psicológico). Esta vivencia me sirvió para reconfirmar y afianzar que la soberbia y la tiranía definitivamente no
son mi camino a la felicidad y mucho menos son los medios para alcanzar el
Éxito. De haber continuado allí, sería como si aprobara que las humillaciones
fuesen justificadas para que un alguien tuviese un negocio.
Fueron apenas dos meses, pero bastaron para
reforzar eso en lo que tanto he trabajado… AMOR PROPIO!!!!!!
De qué vale tener un ingreso, si no tienes con
quien compartirlo, de qué vale un sueldo si pierdes la salud, de qué vale un
saldo en cuenta si te sientes triste y destruida emocionalmente. Sencillamente,
de qué vale todo si al final no estás tú allí.
Justamente ayer escuchaba un programa de Carlos
Fraga, en donde decía que la vida, la familia, la casa, las relaciones, el
trabajo y todo en general, son cosas que siempre hay que atender, porque
siempre hay detalles que arreglar. Y siento que esas palabras me calaron
totalmente, ya que me creí tan a gusto y tan tranquila que fui olvidando el
sentido de muchas cosas. Y esta última enseñanza, que sufrí por sólo dos meses,
pero que fue casi en carne viva, me devolvió el sentido perdido.
Todavía tengo muchos escalones por subir y estoy
lejos de ver el final en este aprendizaje eterno, sin embargo, estoy hoy feliz
de ser alguien que se tiene a sí misma y que al verse en el espejo se encuentra
y lo mejor es que le gusta lo que ve en ese reflejo.
Algo debemos entender y concientizar, cuando la lección no es aprendida y deba ser repetida,
cada vez es más fuerte.
Hoy, y como siempre, doy gracias infinitas por TODO!!!!!!!!!!!!!