miércoles, 5 de marzo de 2014

EL REFLEJO EN EL ESPEJO

               Existe un objeto que muchos aman y otros odian y otros sienten ambas emociones en igual proporción. Este objeto no es otro que el Espejo.

            El Espejo, es, para mi, un canal para ver  la realidad, es la visión certera de nuestro ser, es encontrar en ese reflejo, la distribución equitativa entre alma, cuerpo y espíritu.

            Cuando somos bebes y nos ponen frente al espejo por primera vez, tardamos en entender que esa persona no es otra, sino nosotros mismos. Luego, se genera la curiosidad, de allí partimos a jugar con ese reflejo, luego, o de la mano entre tanta tontería inocente, llega el reconocimiento. Ese reconocimiento, es algo hermoso porque puedes, o intentas saber lo que los demás ven.

            Yo, sinceramente, no recuerdo mi época de curiosidad, reconocimiento y entendimiento ante el espejo en mis años iniciales, sin embargo, recuerdo muy bien que hasta hace pocos años comencé a aceptar esa persona que estaba frente al espejo. 

               En mi adultez, reconocí esa mujer que estaba frente a mí, con ojos llenos de miedo, con temor y con mucha ansiedad. Mi respuesta inicial, al contrario de los niños, no fue quedarme frente a ese reflejo y entender; mi reacción siempre era darle la espalda e intentar no ver lo que todos veían.

            No recuerdo tampoco, cuando comencé a desconocer esa persona o cuales fueron las razones, sólo sé que el reidentificarme costó mucho trabajo, pero aún más fue el entender lo que estaba pasando. Cuando creas una rutina que consideras sana, puedes pasar muchas cosas sin identificar o sencillamente prefieres no hacerlo. Además, “cuál es el problema de verse o no en el espejo?”.

            En mi caso, y luego de admitirlo, si era un problema y uno muy grande, ya que me dí cuenta que era ajena a mi, era ajena a esa maravillosa persona que todos veían, querían y respetaban.

            Hoy, puedo decirles que esa persona que refleja el espejo es una mujer llena de vulnerabilidades, miedos, alegrías, amores y desamores, con unas ganas enormes de amar, pero con mucho miedo a salir herida, con ganas de reírse sin razón, con ganas de comer el mundo bocado a bocado, porque sabe que entre ellos el gusto y el jugo que se cree de ellos harán cada día mejor.

            Con mis recién cumplidos 33 años, les escribo estas pocas líneas, muy llenas de mi, un escrito que pocos entenderán, pero aquellos que lo hagan, reconocerán el coraje que implica hacerlo. No es sencillo en absoluto, pero luego de hacerlo lo que me queda es una sensación de respiro, una mágica tranquilidad y un escalón más superado.


            Quisiera dar las GRACIAS a aquellas personas que siempre han visto en mi más de lo que yo me he permitido ver, GRACIAS a todos los que me han ido dando la mano cuando la pedí, pero sobretodo cuando creí no necesitarla, GRACIAS a todos los que estuvieron en todo este proceso, el cual no ha terminado. 

             Para terminar, le ofrezco MIS MAS SINCERAS DISCULPAS a aquellos que han recibido, y sin haberlo merecido, un comentario irónico o sarcástico porque esa era la mejor manera de no reconocer que había algo por solucionar, a aquellos que me ofrecieron su amor, cuerpo y alma y los ofendí o herí por no saber que hacer con eso y a aquellos que alejé sin saber por qué.