Existe un objeto
que muchos aman y otros odian y otros sienten ambas emociones en igual proporción.
Este objeto no es otro que el Espejo.
El Espejo, es, para mi, un canal para ver la
realidad, es la visión certera de nuestro ser, es encontrar en ese reflejo, la distribución equitativa entre alma,
cuerpo y espíritu.
Cuando somos bebes y nos ponen frente
al espejo por primera vez, tardamos en entender que esa persona no es otra,
sino nosotros mismos. Luego, se genera la curiosidad, de allí partimos a jugar
con ese reflejo, luego, o de la mano entre tanta tontería inocente, llega el
reconocimiento. Ese reconocimiento, es algo hermoso porque puedes, o intentas
saber lo que los demás ven.
Yo, sinceramente, no recuerdo mi
época de curiosidad, reconocimiento y entendimiento ante el espejo en mis años
iniciales, sin embargo, recuerdo muy bien que hasta hace pocos años comencé a
aceptar esa persona que estaba frente al espejo.
En mi adultez, reconocí esa
mujer que estaba frente a mí, con ojos llenos de miedo, con temor y con mucha
ansiedad. Mi respuesta inicial, al contrario de los niños, no fue quedarme frente
a ese reflejo y entender; mi reacción siempre era darle la espalda e intentar
no ver lo que todos veían.
No recuerdo tampoco, cuando comencé a
desconocer esa persona o cuales fueron las razones, sólo sé que el reidentificarme
costó mucho trabajo, pero aún más fue el entender lo que estaba pasando. Cuando
creas una rutina que consideras sana, puedes pasar muchas cosas sin identificar
o sencillamente prefieres no hacerlo. Además, “cuál es el problema de verse o
no en el espejo?”.
En mi
caso, y luego de admitirlo, si era un problema y uno muy grande, ya que me dí
cuenta que era ajena a mi, era ajena a esa maravillosa persona que todos veían,
querían y respetaban.
Hoy,
puedo decirles que esa persona que refleja el espejo es una mujer llena de
vulnerabilidades, miedos, alegrías, amores y desamores, con unas ganas enormes
de amar, pero con mucho miedo a salir herida, con ganas de reírse sin razón,
con ganas de comer el mundo bocado a bocado, porque sabe que entre ellos el
gusto y el jugo que se cree de ellos harán cada día mejor.
Con mis recién
cumplidos 33 años, les escribo estas pocas líneas, muy llenas de mi, un escrito
que pocos entenderán, pero aquellos que lo hagan, reconocerán el coraje que
implica hacerlo. No es sencillo en absoluto, pero luego de hacerlo lo que me
queda es una sensación de respiro, una mágica tranquilidad y un escalón más
superado.
Quisiera dar las GRACIAS a aquellas personas que siempre han visto en
mi más de lo que yo me he permitido ver, GRACIAS a todos los que me han ido
dando la mano cuando la pedí, pero sobretodo cuando creí no necesitarla, GRACIAS
a todos los que estuvieron en todo este proceso, el cual no ha terminado.
Para terminar, le ofrezco MIS MAS SINCERAS DISCULPAS a aquellos que han recibido, y sin haberlo
merecido, un comentario irónico o sarcástico porque esa era la mejor manera de
no reconocer que había algo por solucionar, a aquellos que me ofrecieron su
amor, cuerpo y alma y los ofendí o herí por no saber que hacer con eso y a
aquellos que alejé sin saber por qué.